16 de junio de 2006

La programación, proceso creativo

La programación puede entenderse como un proceso creativo comparable al de aquel escultor que crea esculturas móviles.

Lo mismo que el pintor, un programador bueno no se distingue necesariamente por conocer un montón de lenguajes, del mismo modo que un pintor estupendo no lo es por conocer todas las técnicas, aunque ayuda. Sin embargo, el mejor activo con el que cuentan ambos es la imaginación, condimentada con mucha investigación, trabajo e ilusión por llegar a un resultado que sea de su agrado. Del mismo modo que con el pintor, a menudo al programador le costará sentirse plenamente satisfecho con el trabajo y le costará darlo por concluido, anhelando mejorar, en los detalles, su obra, esforzándose por terminarla sin que su sentido de la perfección se lo permita del todo.

Del mismo modo que un pintor puede estancarse en un tipo de paisaje y no moverse de ahí, hasta que terminará siendo un paisajista de primera, un programador puede limitarse a un solo tipo de programación y ser muy bueno con ella. Pero también está el programador creativo, el que investiga, el que prueba cosas nuevas.

Volviendo al escultor que hace esculturas en movimiento, el programador, del mismo modo, primero "visualiza" el resultado que desea obtener. Luego, con ayuda de la investigación, del estudio, y con grandes dosis de creatividad, empieza a trazarse un esquema de cómo debe construirse el resultado que desea obtener (una descripción algo sui generis de la algoritmia), hasta que se pone manos a la obra y, línea a línea, retoncando el código ahí donde lo necesita, optimizando la programación, va construyendo el programa que él quiere.

Así es como la programación se convierte en un arte para la persona creativa que desea que su obra no se limite a ser el resultado de una técnica cerrada e impermeable a la innovación, sino una cosa viva, con alma propia, que responde a la búsqueda de perfección y de belleza que siempre ha caracterizado al verdadero artista.

No hay comentarios: