21 de febrero de 2006

Magistral clase de humildad

Eso parece ser lo que la alemana E.ON ha tenido la bondad de enseñarle a la catalana Gas Natural con su justa y atractiva oferta pública de acciones sobre la española Endesa.




El casi siempre enfadado y (sic) por mi votado Sr. Carod-Rovira, como político que es, ha interpretado que lo que ha pasado con Endesa es "un ejemplo de catalanofobia empresarial", desvirtuando así, como -otra vez- político que es, una realidad que no debería interpretarse de otra forma que reconociendo que entre la especie de insultante limosna de Gas Natural y la justa oferta de E.ON no deben buscarse razones políticas sino económicas. Vamos, que si un señor me ofrece 21.3€ de malas maneras por una acción que vale más, yo no se la vendo y, en cambio, si luego otro señor me ofrece 27.5€ educadamente y los vale, pues puede que a este sí que se la venda. Porque esa es otra. Es que encima la OPA de Gas Natural era hostil, y la de E.ON está siendo de lo más amistosa, con lo que se demuestra que, a buenas, tamién se pueden hacer las cosas, además de ser más bonito. Y me importa un rábano que el primero sea, por ejemplo, de Girona y el segundo de, pongamos por caso, Cádiz. Y no tiene nada que ver que yo sea catalán, que lo soy, y me siento muy contento de serlo. Lo que pasa es que, hey, que son mil pelas más por acción, ¿eh?.

Pero no por ello voy a ser menos objetivo; yo ni soy político ni soy gilipollas. La empresa catalana, muy a mi pesar, se ha comportado con una cierta y bochornosa prepotencia ofreciendo una birria a Endesa por sus acciones. Ahora debe agachar la cabeza, reconocer su error y llorar. Otra alternativa es mejorar la oferta de E.ON sobre Endesa.

Ahora bien. Si lo hiciera y alguno de los que ahora se muestran a favor de la operación de la alemana se mostraran en contra de una oferta mejor de la catalana, entonces sí me enfadaría. Porque en tal caso sí podría decirse, por ser evidente, que las razones políticas y catalanófobas están, incomprensiblemente, por encima de las económicas. Y ahí ya estaríamos siendo víctimas de una cosa muy fea: la estupidez.

Espero que no pase.

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